jueves, 22 de abril de 2010

El auto


Vi un Porsche esta mañana,

de camino a la oficina:

un escarabajo verde, pequeño y poderoso,

estacionado, dormido bajo el rayo del sol.


Era tan hermoso

que me hizo sonreír

y olvidar por un momento mis tristezas,

como una mujer bella y sofisticada

que pasa por la calle

y ni siquiera te voltea a ver.


Seguí mi camino hacia el trabajo,

aquel encierro:

horas que se arrastran pesadas y tristes

a través del día;

horas baratas

y normales

en las que vivo sumergido

sin saber qué sigue

deseando huir

y correr como aquel potente auto

veloz, estable, ardiendo en fiebre,

para luego caer rendido

y dormir tibiamente,

indiferente al tiempo y al mundo

que rugen y maldicen allá afuera.


Dragón o escarabajo:

la próxima vez que te vea

juro que te voy a robar.

1 comentario:

Dámaso Pérez dijo...

El que diseña esos autos seguramente debe amar mucho a la humanidad.