lunes, 12 de enero de 2009

Revolución y braserismo en la tradición oral de Tlaxcala: el testimonio de Ambrosio Cote Flores (segunda parte)

entrevista realizada y transcrita por: Eduardo Rodríguez Flores

Ésta es la segunda parte de la entrevista que hice en 2003 a don Ambrosio Cote Flores, viejo centenario del pueblo de Santa María Acuitlapilco, en el estado de Tlaxcala; en donde sigue hablándonos de sus vivencias como revolucionario bajo las órdenes de Emiliano Zapata y de su experiencia como brasero en los Estados Unidos.

Edurardo Rodríguez (en adelante E.R.): Oiga don Ambrosio, ¿y Domingo Arenas[1]?
Ambrosio Cote (en adelante A.C.): ¡No!, Domingo Arenas estaba a favor de Emiliano Zapata, ese repartió las haciendas de aquí. (ininteligible) Yo fui emisario (ininteligible) por eso me escapé de muchos combates, porque me daban (ininteligible)...corporación de tal parte, y tal parte y tal parte (ininteligible) no, Domingo Arenas sí cumplió, donde que Domingo Arenas tenía su cuartel en el volcán, y lo fueron a ver los de los pueblos y le dicen: Oiga usted mi general, ya no podemos caminar porque los de la hacienda (ininteligible)...no tenemos argumento, pero él como tiene sus guardaespaldas, los de las haciendas, no nos dejan ya pasar, tenemos que dar la vuelta para poder ir a San Martín, para poder ir a...(ininteligible)...con tanto trabajo llegar a Huejotzingo, es mucho sufrimiento. ¿Y ahora qué quieren? Pues queremos, que si es su voluntad de usted que nos vaya a abrir un camino de aquí para allá. De acuerdo, traen sus palas y sus hachas y sus zapapicos y sus barretas y se vienen, y ustedes llamen con la campana ¡tan, tan! y corran a ver al otro pueblo, también llamen la campana, que se venga toda la gente. ¡Vamos a abrir el camino, cómo chingados no! No, pero los hacendados tienen su ingeniero ¡Yo no necesito hacendados ni ingenieros, yo necesito que ustedes vengan aquí para que me digan así o así...En terrenos de ese pueblo, luego luego...
E.R: ¿Qué pueblo era?
A.C: Es un pueblo...ya hasta se me olvidaron los pueblos, cómo se llaman. Pero sí sé cómo se llaman, pero el nombre de los pueblos ya no...Y luego: ¡a ver tú, tú, párate allá...la hacienda está aquí, y aquí entramos, ahora tú párate allá y tú te vas a parar ahí, de modo que la gente tenía que estár ahí, abriendo con el zapapico, y la gente que en vida (ininteligible)...que mandan a los policías de la hacienda a que les dieran en la madre...(ininteligible)...ya el general Domingo Arenas ya viene con sus tropas; ahorita lo agarramos a ese jijo de la chingada, y agarraron a los policías, los guardaespaldas de la hacienda y los fusilaron y ordenaron que...ya cuando llegamos a la hacienda ya no había nadie; los hacendados quién sabe qué rumbo llevaron, nomás les fueron a decir que ya había fusilado, que el general Domingo Arenas ya había fusilado a todos la gente de la hacienda (ininteligible) ...estaba re efectiva la hacienda, y sí tenía todo, nomás que el general, todos los caballos de los hacendados (ininteligible) ¡Anden, agarren su caballo, órale y síganme!, ya les daban su 30-30. ¡No, dejaron la hacienda vacía (ininteligible) ¡Dejen la hacienda vacía! No dejen ni rastro, dejen paredon, pero (ininteligible) todos los cabrones agarraron sus cobijas y todas las chácharas, todo lo que había por dentro. Había un camino real de diez metros de ancho.
E.R: ¿De dónde a dónde?
A.C: De allá de donde estaba su cuartel del general Domingo Arenas hasta la hacienda...allá está el camino real, ese que va para Huejotzingo, ¿si? Era un camino real que llegaba a Huejotzingo y luego iba atravesando para llegar a Puebla,. ‘Tons este, ¡No, él si cumplió! Nomás que la regó él porque lo mandó traer Venustiano Carranza y le dio los costales de puro oro, y dijo: Mira, ahí tienes armamento y tienes dinero, y si no te obedece Emiliano Zapata que vaya a nuestro favor, ¡Mátalo! ‘Tons este, el general Domingo Arenas...me ordenó llevarle la ordenanza para ir a combatir a Puebla, pero en lugar de que Domingo Arenas le pegara a los enemigos nos estaba pegando a nuestras tropas. Se dieron cuenta y suspendieron el combate, y el general Ayaquica lo (ininteligible) lo citaron por estar disparando (ininteligible) le dice: si tú eres zapatista, estás firmado en el Plan de Ayala, ¿por qué haces eso? Es que ya me dijo Carranza. (ininteligible) ¿Y tú qué piensas? No, pues yo voy a hablar con Zapata, y si él no me obedece me lo echo. ¡Tú te lo echas? Sí. Cuando estaba diciendo eso, uno por detrás que le (ininteligible) Estaba ya muerto. Le traspasó hasta este lado (se señala el pecho). Ya se murió el general Domingo Arenas...que le cortan la cabeza, que le mandan al general Zapata: aquí tienes a tu general Domingo Arenas; esto dijo y esto dijo y venía con cumplimiento de...yo le puse en la madre, porque este cabrón fue un traidor. ¡No! Se enojó el general Zapata: no lo hubieran matado, lo hubieran traido vivo al jijo de la mañana para quitarle la corporación y mandarlo a la corporación de los nuestros con centinela de vista, porque no es lo mismo que traiga el sus tropas que con otra corporación. Y ahora qué, ¿para qué chingados quiero yo la cabeza? (iinteligible) Quién sabe qué le pasaría a su cuerpo, total que ya no se dio razón de él, ya no volvimos a saber nada de él, lo mandó a fusilar el general Zapata. Pero también con esto les digo que lo andaba persiguiendo el cabrón enemigo. Y una coronela de Guerrero de dice: ¡General, no vayas a Chinameca, te va a traicionar Guajardo!
E.R: ¿Cómo se llamaba la coronela?
A.C: La coronela Almazán, le dice no vayas porque te va a traicionar Guajardo. Mira, vamos a ver cómo le hacemos, pero tú no vayas, ese cabrón de Guajardo quítale la corporación y lo mandas a él con otra corporación de los nuestros con centinela de vista, (ininteligible) él tiene que estar operando bajo una dirección, pero él no...no sé...se dejó, y cuando fue a Chinameca le hicieron honores, que llegó con su caballo ¡ay, sí! y entró en la hacienda de Chinameca que se le cierran a balazos, lo mataron a Zapata. Nomás quedó Villa. Y luego este...¡ya! Todas esas cosas que yo andaba mirando dije: ¡no! acaban, mataron a Zapata, yo ya no quiero...(ininteligible), y ahora vamos a estar bajo las órdenes de Álvaro Obregón, ¡No, váyase a la chingada Álvaro Obregón, yo ya me voy! Que agarro, que me deserto y que me vengo con mi caballo. Todavía fui a avisar a Puebla que me venía yo para acá, y sí me dieron mis centavos, ya me vine para acá....
E.R: ¿Y qué hizo cuando regresó usted?
A.C: ¿Mande?
E.R: ¿Qué hizo cuando regresó usted?
A.C: No, pues ya me puse a trabajar aquí en el campo, con mi papá. Él cuando me vio, se soprendió mi papá. Le dije: (ininteligible) traía yo un balazo que (ininteligible) me pegó acá, merito junto al corazón (se señala en medio del pecho), pero le había pasado a la cabeza del caballo y me traspasó a mí. Y por eso, (ininteligible) porque me aventé al río, porque ya a todos los estaban recogiendo, a los muertos, los habían hecho un montón, les echaron gasolina y les prendieron, yo me quedé abismado de ver a los muertos, cómo hacían (inninteligible) re feos, como queriendo correr...Dije no, pues que me levanto y me caí, no, no me aguanté, pero que me ruedo y que me echo al río, del Papaloapan[2], y así me trajo hasta Chinameca, me vine, ya que me sacaron de allá, un señor que me mandó con un lazo, así, me aventó un palo, nomás que cayó lejos, y yo ya no podía nadar pues con una mano, esta mano la traía yo así...tantito me sumía, tantito salía, pero yo pensaba: mejor que me pudra yo allí, entre las hierbas y no que me quemen, ¡no, está más cabrón! (ininteligible)
(en este momento se cambia de lado el casette)
E.R: ¿Y cómo fue que se curó?
A.C: ¿Eh?
E.R: ¿Cómo fue que se curó?
A.C: El señor ese fue el que me curó. Ya eso de la..¿cómo se llama?..del insulto, pues fumé harta marihuana y con eso se me quitó...me fui componiendo, me fui componiendo, y mire usted qué bien.
E.R: ¡109 años!
A.C: ¿Eh?
E.R: Ha vivido usted 109 años.
A.C: Por eso digo yo...a ver qué pasa, ya nomás voy a pagar, que me dicen mis hijos que se lo agarre. No, este jijo de la chingada, no...yo voy a ver, si no me lo da yo le doy en la madre sea quien sea, porque yo tengo hartos generales que me han dicho que me acompañan. Allá hay varios que tengo ahí. El que estaba aquí en Tlaxcala...me dice...Lo matamos al hijo de la chingada, a todo gobernante que sea cabrón y ojete le damos en la madre, nomás mandamos una escolata que le hablen para tratar un asunto y...¿qué cuesta? (con fastidio) Nomás que yo no...pues yo no quiero líos, ¡Chihuahua!
E.R: Oiga, don Ambrosio, ¿y qué más le dijo su papá cuando lo vio llegar?
A.C: ¿Eh?
E.R: Cuando terminó, cuando se salió usted de la revolución, ¿qué le dijo su papá cuando vio que llegaba?
A.C: ¡No, pues se sorprendió bastante! Pero, venía yo enfermo del paludismo, y aquí que me daban unos calambres y los dientes me daban..¡chin!...sonaban como...Pero me fue a traer una viejecita acá, chaparrita, blanca, ya completamente avanzada, a mí se me hace que estaba más avanzada que yo, y ella vino y me curó, me dio unos baños y mire usted qué bien...quedé perfectamente bien. Ya todas esas cosas que ya ví, digo ¡bueno! Si no me devolviera mi terreno pues yo me voy a morir, me muero más de estar pensando que en que se agarre el terreno, porque ese cabrón que me quita el terreno, quizas ahorita lo vea yo morir, porque todos esos cabrones que le quitaron porque aquí..., aquí nos quitó el gobierno 50 hectáreas y aquí otras hectáreas más que compramos apenas del rancho, también nos las han quitado...es que el gobierno...no....aquí nomás están todas las haciendas donde decía Torreblanca, dice: Escrito está que yo tanta carrera de andar a caballo, pero nadien sabe para quien trabaja; unos corretean la liebre y otros sin correr la alcanzan, porque la liebre se fue a meter a...un señor que estaba amogotando...la liebre, pues el caballo brincaba y corría, pues ¡unos caballazos que tienen ahí! Pero la liebre también es cabrona y yo creo que ya se había cansado la liebre y se fue a alojar a los brazos de un campesino que estaba...dice: aquí está la liebre señor, señor amo. Ya dice: ¡Maldita la torre de mi esperanza; unos corretean la liebre y otros sin correr la alcanzan! Entonces le dice: pues llévesela usted para que...¡No, no, no! Lo que sea de cada quien, yo mirá ya cómo viene mi caballo de tanto que corrí pa acá y pa alla, y saltaba pa acá y saltaba pa allá y no le pude pegar, pero...es tuya, es tuya, no te la quito, sigan trabajando...
E.R: ¿Eso quién lo dijo?
A.C: El señor este....de la...aquí del rancho de aquí de...Las Ánimas, ese fue el que, estaba la gente trabajando, segando trigo...y...aquí está la liebre...Bueno, le dijo: mañana te echas un buen almuerzo...es tuya la liebre, no te apenes. Si se la comería o le dio su libertad, eso sí quién sabe. Pero...hartas cosas que ví.
E.R: Oiga don Ambrosio, ¿cuándo se fue usted a Estados Unidos?
A.C: ¿Eh?
E.R: ¿Cuándo se fue usted a Estados Unidos?
A.C: Ah, pues yo me fui en ’59 y regresé en ’69.
E.R: ¿En dónde estuvo?
A.C: En Anaheim, estuve en las pizcas de naranja, de limón, de la fresa, de la uva, del plátano, del mango, de la....de la uva, ahí en la poda de la uva ya me estaba haciendo mal porque ahí entraba uno a trabajar a las tres de la mañana pa’ que a las nueve vámonos para afuera porque el calor no se aguanta...el calorón...Fui a ver a Santa Ana donde está el general Santa Ana, ‘ta un edificio de (ENFÁTICO) mucha categoría y tiene un letrero abajo donde dice: aquí fue donde entregó el general Santa Ana la Alta California a Estados Unidos, dije: uh, pues qué poca madre...Dice: ahora vamos a ver el indito, agarramos para el oriente, fuimos a ver al indito, un hombre con su sombrero de charro haciendo así (extiende la mano como si pidiera limosna) Está pidiendo limosna. Dice: el mexicanito, miren, está sentado en una piedra de oro, está pidiendo limosna. No, se burlan los pinches norteamericanos. Pues ni modo, si ya lo fui a conocer...ya qué. Anduve por ahí mucho tiempo, pero me fue bien, me hizo bien porque aquí andaba yo buscando herramienta para poder trabajar, aquí había yo depositado dinero en la hacienda, en las joyerías porque quería yo que me trajeran mis llaves para estirar alambre y...tuvbiera yo mi laminador y tuviera yo mis cosas, y nomás me engañaban, decían: ahí está tu dinero pero no ha llegado el pedido.
E.R: ¡Órale!
A.C: Y cuando yo llegué a Estados Unidos, allí...mmhhh. Allí en Los Ángeles, estaba en el cuarto piso...edificios acá...entré y dice: “repairing watch ” ah, chinga, y que ando buscando y un cabrón que me dice: (alza el tono) ¿Qué busca? Le digo: allí donde venden refacciones para componer relojes y máquinas y pa’ hacer cosas de joyería, pero no veo por ninguna puerta. Sí, es que usted no sabe, venga, lo voy a llevar, (alza el tono) ¿cuánto me va a dar? Usted dice. (alza el tono) Me da diez dólares. Sí se los doy...Ya nomás pinche botoncito (psshh) se abre y allí está el pinche...elevador; ya subí y uhhh, pero está como de aquí a la carretera el edificio, ¡Puro cristal! Y allí nomás llegas y tienes que agarrar tu charolita...porque allí no te dicen: vale tanto, y este vale tanto y este vale tanto...no allí agarras la charolita y allá donde están las refacciones tiene su precio. Dices: éste sí ¡pum!, éste también, éste sí, éste sí, éste no, éste sí. Después...ya...Acostumbrados aquí a...saco mi pañuelo (hace la mímica) y estoy echando las cosas aquí, me dice: (alzando el tono) ¿Qué va a hacer? Voy a envolver para poderme llevar. ¡No, no, no! Espérese, le van a dar ahorita un envase...¡Espere! Es que no encontraba la llave, lo tenía guardado en otro lugar. En eso que estoy mirando el estuche ese que ya lo vio usted. Le digo. Mister, how much too? Too? Le enseño. (largo silencio) Me pidió 70 dólares. Me dice: Yes? Sir, have no money, mexican poor. ‘Til tomorrow?. Y a ver si...(largo silencio) si hago Se lo habría de llevar, está barato, me dijo él en inglés. Digo: Have no money..le enseño nomás unos cuantos centavitos, nomás que traía yo para mi pasaje, para regresar a Fullerton y de Fullerton ir a Yerba Linda. No está muy lejos...Hamilton (¿?) para Yerba Linda está como de aquí a Tlaxcala. (silencio) Entonces ya dice (ininteligible) Ya agarró y...¡Qué veliz, híjole! Está retebien acojinado, ¡bonito, chingao! ¡Fiuuu! Esto no hay aquí en México. Nomás ese estuche aquí no lo hay.
E.R: No, ni ahora.
A.C: ¡Ahí está! (pausa) Ya que me agarra un fajo de papel membretado y dice: con este papel, cada vez que usted necesite, me manda decir en qué parte está y allá le llega la mercanía, nomás el dinero lo pone usted allá en la oficina adonde vaya a pagar, ¿sí? Le digo (hace la voz muy queda) Yes, sir. Bueno...’tonces este...ya lo compuso bien...(ininteligible) ¡Nombre, jijo de la mañana, sí retepesa! (hace la mímica) Me lo cargué con todo lo que tenía (ininteligible) Luego ya llegando, saliendo a la puerta donde sale uno del edificio me dice: aquí lo va a recoger a usted un coche de la joyería. Y yo ajá...Pero yo lo ví de gorrita, como de kepi...(baja el tono) ¡Híjole y ahora cuánto va a querer este cabrón, digo, y ya no tengo dinero. Dice: ¡No, no va usted a pagar ni un centavo, él se lo lleva a usted porque son de la joyería. ´Ta bien, vamos a ver. Cuando veo ya está así; se para el choche. (hace la mímica de saludar) Hallo, mister! Alright! Afternoon. Afternoon. Sir. What? Le digo: a la estación de Fullerton, para llegar a Yerba Linda. Alright! ¡Ah, pesa! Sí, sí pesa. Ya me vino hablando en inglés, y yo pues lo poquito que pude haber aprendido, como nunca fui a la escuela, nomás aprendí a lo...Pero...ya me traje, y aquí bajando del autobús...(ininteligible) después de cuando me dijo: Saque su boleto, y fui a sacar mi boleto y ya cuando volví ya no está. Dije, ya me robó este jijo de la mañana. Me dice: Súbase, me dice otro; súbase, ya su estuche ya lo metieron para adentro del (ininteligible). Venía yo con eso: no, pues aquí en México son más cabrones, allá no, allá es muy diferente. Bueno, pues ya...ya ahí vengo pensativo de eso (hace una pausa, pensativo) ¡Qué Chihuahua! Llegando allá a Fullerton, que me baja...cuando yo bajé del carro ya el estuche estaba ahí. Digo: ¡Ah, pues sí, sí, sí! Que agarro, que me lo cargo así, empicé a caminar y que me la agarra el policía ese que...y dice...What? Le digo: Yerba Linda. Yerbalinda, alright! Asociación Yerba Linda. Ya agarró y...¡Ah, sí pesa! Sí...súbase. Le digo: Have no money, mexican poor. No money, mister! ¿Quién le dijo? Pensé que...allá en México. Me dice: Sí, allá son puros rateros, aquí no; aquí lo que ordena, eso se hace. (pausa) Llegamos allá a...¡Número de barraca! Número quince. Aquí está el quince. Allá afuera ya formó el coche, me lo bajó y todavía me metió adentro y vio las camas, uno, dos, tres, uno, dos, tres, uno, dos, tres (silencio largo) Me dice: Bueno, bye! No..dije, pues ya me dice y no me dijo que dinero no, sí deveras no...No...(ininteligible) pero aquí son...es una barbaridad, ¿Cuándo tener una vida de esas de allá? ¡No! Fuimos...nos fuimos a divertir a un edificio...¡Carajo! 50 pisos hasta arriba. El mirador...¡uhhhh!...se ven los hombrecitos chiquititos, de abajo para arriba lo ve usted chiquitito, el tren lo ve usted para...ahí va arriba...¡Híjole! Me divertí mucho durante el tiempo que estuve. ‘Tons, ni hablar. Pues tengo...(contento) Ya vine aquí muy contento, traigo mis laminadores, traigo todo lo que necesitaba, traigo refacciones de reloj, traigo muchas cosas. Aquí ya me puse a trabajar. Aquí hay lana, nomás que ahorita en el cambio del gobierno, usted va y compra un relojito de estos, que le dilató a usted ocho, quince días, veinte días, un mes, le dicen a usted en las relojerías: Ya relojes de esos de las naciones ya no hay, mecánicos, suizos y estadounidenses y alemanes y de aquí en todas las naciones había de eso, ahora ya no hay nada de eso. Pero este reloj no es mecánico es de batería, ya lo avienta a la basura y se compra usted otro, es que aquí debe girar el comercio, un reloj de estos ¿cuántos años le dilatará? Y así son los longin y así son los alien y así son los omega y los illinois y así hay hartos relojes que son de calidad, pero ya cambió la situación, ahorita vas a buscar refacciones de esos relojes, ahí tengo un montón de relojes, pero ya no hay refacciones porque ya está prohibido.
E.R: ¿Y aprendió a reparar relojes allá, en Estados Unidos?
A.C: Sí (larga pausa) pero aquí vine (ininteligible) por eso me compré hartos terrenos, porque yo todos mis centavos acá. (señala uno de los bolsillos de su pantalón) Eh, dispara...así, pero tú quieres que yo te dispare, ¿y tú qué me vas a disparar? Pues yo, no tengo dinero, ¿qué te disparo? Ahorita estoy amolado. ¡No, es que eres miserable! ¡No, no es que sea yo miserable! Es que...los tiempos tienen sus épocas y las épocas tienen sus tiempos (suena el reloj de pared una, dos veces).

En esta parte suspendo la transcripción de la entrevista.

BIBLIOGRAFÍA
Buve, R. (1994) El movimiento revolucionario en Tlaxcala. UAT-UIA.
Cuéllar, C. (1975) La revolución en el estado de Tlaxcala. Tomo I. INEHRM-SEGOB.Ramírez, M. (1995) La revolución en los volcanes: Domingo y Cirilo Arenas. IIS-UNAM

NOTAS
[1] Domingo Arenas (1888-1917): caudillo tlaxcalteca que, en 1914 se declaró partidario del Plan de Ayala y de Emiliano Zapata. Realizó un amplio reparto agrario en el valle de Puebla y Tlaxcala, y en la región poniente de esta última entidad. En 1916, Domingo Arenas se unió al Ejército Constitucionalista. Fue asesinado por los zapatistas a mediados de 1917, en las faldas del Popocatepetl. Ramírez (1995) lo considera el verdadero ejecutor de la Reforma Agraria en México. Poco después de su muerte, su hermano Cirilo abandonó las filas carrancistas e inició una audaz rebelión en la zona de los volcanes, siendo fusilado en Puebla tres años más tarde (Cfr. Op. cit.)
[2] En otra ocasión don Ambrosio me contó que estos hechos ocurrieron en el puente de Santa Lucrecia, en Veracruz. La referencia al río Papaloapan nos puede dar indicios del lugar exacto en que acaecieron.

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