Vi un Porsche esta mañana,
de camino a la oficina:
un escarabajo verde, pequeño y poderoso,
estacionado, dormido bajo el rayo del sol.
Era tan hermoso
que me hizo sonreír
y olvidar por un momento mis tristezas,
como una mujer bella y sofisticada
que pasa por la calle
y ni siquiera te voltea a ver.
Seguí mi camino hacia el trabajo,
aquel encierro:
horas que se arrastran pesadas y tristes
a través del día;
horas baratas
y normales
en las que vivo sumergido
sin saber qué sigue
deseando huir
y correr como aquel potente auto
veloz, estable, ardiendo en fiebre,
para luego caer rendido
y dormir tibiamente,
indiferente al tiempo y al mundo
que rugen y maldicen allá afuera.
Dragón o escarabajo:
la próxima vez que te vea
juro que te voy a robar.
1 comentario:
El que diseña esos autos seguramente debe amar mucho a la humanidad.
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