lunes, 5 de enero de 2009

Revolución y braserismo en la tradición oral de Tlaxcala: el testimonio de Ambrosio Cote Flores (primera parte)

entrevista realizada y transcrita por: Eduardo Rodríguez Flores

El siguiente texto es la transcripción de una entrevista que sostuve, la noche del 30 de diciembre de 2003, con el señor Ambrosio Cote Flores, en Santa María Acuitlapilco, estado de Tlaxcala. Se trata de un viejo de 109 años, con una vitalidad y elocuencia sorprendentes; veterano del Ejército Libertador del Sur y ex brasero, por mencionar dos de los periodos más relevantes en su vida. A través de sus memorias se despliegan la historia profunda de su región y del país. Considero que se trata de un testimonio excepcional, tanto por los datos históricos que ofrece como por lo bello de la narración.

Conocí a don Ambrosio en 2002, un año antes de que esta entrevista se realizara, durante un periodo de trabajo de campo en el suroeste tlaxcalteca; en aquella ocasión, el hombre me habló durante muchas horas sobre una larga serie de temas y experiencias. Esa vez no llevaba la grabadora conmigo y me limité a tomar algunas notas en el transcurso de la conversación, que utilicé eventualmente para redactar un pequeño artículo[1].

Mantuve el contacto con don Ambrosio a lo largo del año pasado, lo visité y hablé con él en varias ocasiones. Me familiaricé con sus preocupaciones actuales, sus aficiones, sus recuerdos, sus esperanzas y su particular estilo de narrar las cosas: casi como un monólogo, ofreciendo múltiples detalles de la época y sus escenarios, representando minuciosamente diálogos ocurridos entre él y las personas que van acudiendo puntualmente a su memoria.

Fue por ello que, cuando finalmente le pedí grabar la historia de su vida, o mejor dicho de algunos episodios, no tuve problema para formular unas cuantas preguntas abiertas sobre eventos y personajes que, sabía yo, a don Ambrosio le gusta contar de manera extensa una y otra vez. Me enfoqué principalmente en el periodo revolucionario y en su etapa como brasero en los Estados Unidos, que abarca diez años (1959-1969). Sin embargo en la última parte de esta extensa entrevista, don Ambrosio me habló de otros temas como el trabajo y la relación con su familia, esto de forma dispersa. A partir de ahí el ritmo de la narración decayó notablemente debido al cansancio del viejo y a mi mala decisión de alargar la entrevista lo más posible con el propósito de reunir el mayor número de detalles y temas de una sola vez. Por otro lado, la calidad de la grabación es muy deficiente, a causa de ciertos desperfectos en la grabadora que no revisé con anterioridad; no obstante que pude rescatar la mayor parte del relato. Por ello, es que decidí no transcribir esta parte y dejar sólo aquella con mayor unidad temática.

En el futuro deseo grabar a don Ambrosio una vez más e integrar ambas entrevistas completas en un texto más amplio, contextualizándolas en su tiempo y espacio correspondientes[2]. Por el momento me he limitado a hacer algunas anotaciones a pie de página para puntualizar datos sobre algunas personas, hechos o palabras, cuando el mismo don Ambrosio no lo hace.

NOTA: Los primeros 30 ó 40 segundos de la entrevista no se grabaron debido a una falla de la grabadora. Sin embargo comenzó con un:
-Don Ambrosio, ¿podría platicarme cómo entró usted a la Revolución y cuáles fueron sus vivencias?
Al principio don Ambrosio contó que su padre, Anastasio Cote, entró al club anti-reeleccionista de Aquiles Serdán, quien apoyaba a Francisco I. Madero.

Ambrosio Cote (en adelante A.C.):...Aquiles Serdán era hombre de dinero y era inteligente, pero tenía hombres que lo acompañaban. ‘Tonces nos citaba a que fuéramos a las juntas a su casa, y nos mandaba con Melitón y Andrés Campos, que tenían una carnicería “El Cisne” y eran partidarios de él; y allí en su casa nos daban de comer y ahí estaba la hermana de Juan Cuamatzi[3], porque Aquiles Serdán...(señala hacia donde se encuentra la bandera)[4] ahí está la bandera, de esa fecha, ahí dice Aquiles Serdán. Entonces íbamos a las juntas. Venían de toda una cantidad de estados, venían y se reunían ahí, llegaban en las tardes, y en fin...ahí se juntaban y se trataba el asunto de apoyar a Francisco I. Madero y al Plan de San Luis Potosí, (señala) ahí está el Plan de San Luis...porque Madero apoyaba al pueblo. Entonces cuando se trató de que Porfirio Díaz perseguía a Francisco I. Madero, entonces el gobernador Próspero Cahuantzi, porque todos...Porfirio Díaz dilató treinta y tantos años gobernando, y el gobernador de Tlaxcala también dilató esa fecha. ´Tonces vino y nombró a Juan Cuamatzi general. Ya estando allí en juntas, con un gentío que había dice: bueno, ya traigo la bandera, ¿quién va a ser tu abanderado para el ejército?..¡A ver!, ¿quién de todos quiere irse aquí con Juan Cuamatzi?, ahorita le damos el nombramiento de general. Y toda la gente que son partidarios de Madero, de Tlaxcala, -era Tlaxcala y aparte los estados-. Entonces, pues había harta gente pero nadien quería, entonces el general Antonio Mora...(señala) ahí tengo la fotografía del general Mora...dice: pues aquí esta este muchacho, qué ¿a poco no podrías tu llevar la bandera como quien va a la escuela y lleva, el abanderado de la escuela, no podrás? Le digo: ¿cree usted? Sí, de llevar, no vas a ir solo, vas a ir acompañado, todo como estamos ahorita mira, había harta gente. Estábamos reunidos en Tepehitec, en casa de los generales Sánchez, que pelearon en 1862. Entonces, ¡A ver!, ¿quién quiere ir? No, pues ninguno quiso. Y me dice: mira, te va bien, tú llevas la bandera, tú vas de frente con la bandera y la gente ahí va con...
Eduardo Rodríguez (en adelante E.R.):...le dijo usted.
A.C: ¡A mí me dijo!...¿O qué le tienes miedo? No, pues miedo...¿por qué he de tener miedo? Pues porque de repente tengas miedo que te quiten la bandera. Le digo: yo por eso, si veo que llevando la bandera me la quieren quitar, aviento el palo y me la echo dentro de mi camisa la bandera y me echo a correr o me defienden y pues ya estuvo. Y ya: eh, eh! (Don Ambrosio aplaude) Entonces qué, ¿te arrancas? Pues no sé. Mira aquí te acompañan tu papá y tu mamá, no estás solo (ininteligible) Entonces, no le tengas miedo, ¡chihuahua! No vas solo. El abanderado es uno, el que está acá portando la bandera y otros son los que están en la revuelta. ‘Tons nomás tú, caminando por donde te manden. Bueno. ¿O qué tienes miedo? No, pues..no..ya...Sí, sí bueno, a ver órale, que me echan aplauso y me dieron hartos abrazos y ya. Pues fórmese aquí, me dicen. Me sacaron la fotografía y me hicieron la protesta de ley, el general Juan Cuamatzi, y ya se nombró su Estado Mayor de Juan Cuamatzi. Y ya pensaba yo...luego me dieron un fusilote grandote así, ¡jijo de la chingada, qué bárbaro! Mire usted, te vamos a dar un fusil pa que te defiendas, pa que no te quiten la bandera, te ven el fusil y no se acercan contigo. ¿Lo vas a poder manejar?. Pues yo creo que sí, pero estaba yo pensando que como aquí a las escopetas (ademanes) se les echaba su polvorita, se le hacía así para que bajaran el pivotito, luego le echaba uno su taco, le ponía uno su casquillito, luego le echaba uno su munición y luego otro taco y...y uno, dos tres, ya para echar el balazo: uno, dos, tres...¡pau! Y no, pues eso sí lo sé hacer, si aquí en los pueblos es lo que más se usa. Que se carcajean y me dicen: pues órale, a ver si la puedes manejar. Yo sentí muy pesada la pinche carabina (ininteligible) a ver cómo le vas a hacer, ¿cómo le haces con la escopeta? Ah, pues la escopeta nada más uno, dos, tres...(ininteligible) estoy mirando: no le veo el casquillito y luego que se abre (ininteligible) que se caracajean todos. Me dicen: a ver ten un cartucho, un cartuchote grandote, puntiagudo. Méteselo. Se lo meto (fshh), se metió y luego le bajo el aletón, y...¡No le vayas a jalar, no le vayas a jalar porque aquí estamos harta gente! Vas a ir a echar un tiro allá afuera para que te adiestres, ya estando allí por eso se te va a dar tu carrillera para que ves una liebre seguro te lo echas. A ver vamos a ver, que salgo afuera y ¡POM! ¡hijo de la mañana me ensordeció porque es un sonido muy (ininteligible) me dijo que apuntara yo para arriba que no apuntara yo porque le podía pegar a alguno. (ininteligible) ¡pas! Ya mero lo soltaba yo, me pateó la carabina...y luego...¿Se te hizo difícil? No, difícil no. Eso para que vieran que no tengo miedo. (ininteligible) Pero ¿me pudieran conseguir una más livianita que ésta? Ahorita te la cambiamos, nomás ‘pérate. Entonces ya me cambiaron el fusil y (ininteligible) (dianas aplausos)...de Tepehitec al estado, Tepehitec es un pueblito y allí todo estaba despoblado. Yo les platico Tlaxcala como estaba: nomás el portal grande, el portal chico y la...
E.R:...la parroquia
A.C: La parroquia de San José y la otra iglesita que...era la de...
E.R: ...el convento.
A.C: No, ese está más pa’ acá arriba...Estaba todo despoblado, había callecitas pero de puros organillos. Se iba uno a ensuciar donde estaba la parroquia de San José, estaba allí ancho. (ininteligible) Tanto que hasta una vez que estábamos allá me dieron ganas de ir al baño y dije ahorita voy a ir, llego y me siento y veo que todos me están mirando, y agarro unas hierbas y (ininteligible) que...¡ay hijo de la chingada, era el chichicaxtle![5]
E.R: ¡Híjole!
A.C: Híjole, me limpié y se llenó de pichancha de la hierba que está espinosa, y ahí me voy rascando, no fui a demostrar. Ya nos fuimos para San Bernardino Contla, ahí estaba el cuartel de Juan Cuamatzi y ya...empezaron ¡Viva Madero! ¡Viva Madero! ¡Viva Madero! ¡Viva Madero! ¡Viva Aquiles Serdán! ¡Viva Madero! ¡Viva Aquiles Serdán! ¡Viva Madero!
E.R: ¿Eso en qué fecha fue?
A.C: En 1910.
E.R: ¿En qué mes?[6]
A.C: No, pues por enero, porque nosotros estábamos desde antes, íbamos a las juntas...nos daban de comer bien. Esos hombres tenían harto ganado...un corralón, ¡Chihuahua! re grande, y había hartos toros, hartos becerros, hartos borregos y hartas cosas; y ahí estaba la hermana de Juan Cuamatzi, ella estaba haciendo de comer para toda la gente que llegaba de visita. Era un gentío tremendo. Pero ya luego se rebelaron en contra de (ininteligible) y aquí también Juan Cuamatzi. Y andábamos ya en los combates, y resulta que fuimos a combatir allá a los molinos que están para Atlixco y allí salimos ya rumbo al volcán de aquí, La Malinche. Anduvimos por todos los pueblos y ahí se nos incorporó Carmen Vélez López, y esa porque le quitaron los porfiristas, el gobierno porfirista, le quitó dos haciendas. Su papá tenía cuatro haciendas, dos en Puebla y dos en Tlaxcala; pero como a ella le quitaron dos haciendas –las de Puebla- y ...entonces: ¡Ya me quitaron dos haciendas! ¡El gobierno ya me las quitó!. Fue y se rajó con Carmen Serdán, le dice: ¿Tienes las escrituras? Dice: Sí. No pues estás bien, no debes nada, ‘tons ¿qué? El gobierno ese es cabrón, (imperativo) te vas conmigo. Y como era la señora Carmen Serdán (henchido de orgullo para destacar la lozanía y belleza de dicha mujer) Señora de mucha..., como la Josefa Ortiz de Domínguez (señala) Pues vendió las haciendas, le dice: Mira, vamos a darles en la madre a estos hijos de la chingada...Ese dinero que me van a dar, te voy a mandar pedir una remesa de armamento (don Ambrosio pronuncia una frase ininteligible) Le dieron armamento y le dieron parque y le dieron todo. (ininteligible) un batallón y ella también luchó a balazo y susto, y ella fue la primera que le puso preso a Próspero Cahuantzi por haber matado a Juan Cuamatzi. Y a los quince días cuando lo fueron a abrir ya estaba, se había muerto.
E.R: ¿Quién se había muerto?
A.C: ...Próspero Cahuantzi.
E.R: ¡A poco!
A.C: Sí, ese murió en la cárcel. Pues ya no le dieron de comer y dijeron Próspero Cahuantzi...(ininteligible)...a punta de plomazos. El gobernador será gobernador mientras esta en el poder, pero ya viniendo los revolucionarios él trató de pelarse. Él no trata de enfrentarse. Y ya, resulta de que nombraron a Felipe Villegas que se quedará a las ordenes de las tropas del general Juan Cuamatzi, y yo le vi cara de muy pendejo. Yo dije: no, váyanse a la chingada.
E.R: ¿Después de que mataron a Juan Cuamatzi?
A.C: Sí, yo dije. Juan Cuamatzi pasó (ininteligible) de armas, pero quien tenía dos cartuchos, quien tenía diez, quien tenía cinco, quien tenía ocho, quien tenía tres, quien tenía...quien ya no tenía nada, y que le digo: bueno, con ese cabrón nos van a dar en la madre, aparte es pendejo para los plomazos. Pero los que quieran venirse conmigo vénganse, que nos vamos a pelar de aquí. (Pausa) A ver qué asunto...al fin que tenemos buenos caballos. Entonces que agarramos el Camino Real que va de Texmelucan a Puebla, y ahí vamos y ahí vamos, llegamos después al Rancho Colorado. ¿Saben qué? Pa que no nos vean armados, en esas pinches pozas del azufre, hay unas que ya estaban secas. Ahí enterramos las armas, envolvimos el parque y todo, y las armas las envolvimos con los costales y esas cosas, echamos unas piedronas entre harta gente, éramos cincuenta. Conseguimos unos palos, unas troncas, unos árboles que los rodamos con mucho sacrificio, pero entre diez cabrones nos valimos y lo échamos (ininteligible) ¡Vámonos! ¡Vamos a buscar chamba que queremos trabajar! Tenemos nuestra yunta de mulas, a ver qué y acá...sin novedad. Y entonces se quedaron cinco en Cholula y otros los dejamos en Atlixco y otros los dejamos en Tepejuma, y nosotros, los poquitos que me quedaban, nos fuimos para Matamoros, y ahí en Matamoros (ininteligible) (con timidez) Buenas mi jefe! (pausa) ¿De qué tropas son ustedes? (con tono marcial) Nosotros somos de Emiliano Zapata, el que defiende a los campesinos. Así es que...¿Y cómo podemos hablar con él? (imperativo, alza la voz) ¿Para qué quieren hablar con él? Pues para que nos incorporemos con él, venimos aquí y tenemos más gente. Ya ordenó un coronel que nos dejaran ver a Zapata, y no encontramos a Emiliano Zapata, sino encontramos a su hermano Eufemio. Entonces ya le comentamos y dijo el general Eufemio: Vayan por la gente y se traen el armamento. Y ya veníamos con tropa, veníamos jesuseando, pensando que no ya haigan sacado los cabrones fusiles, no nos vayan a fusilar porque dijo que si los engañábamos nos pasaran por las armas. ¡Pues a ver qué suerte corremos! Ya llegamos allá, tal como dejamos los pinches palos, piedra...todo, pero sí, las cabronas carabinas empezaban a sudar, como es azufre ahí en ese lugar, el paso de Rancho Colorado, allá es azufre, ahí nos acercamos y ya...(ininteligible) fuimos allá a Cholula, que se nos rajan. Ya los formaron. ¡Fusílenlos! Orita los fusilamos, ¿se van o se quedan? Aquí hay dos cosas: ¿se van con nosotros o de una vez los fusilamos aquí? (con resignación) ¡No, pues fusílenos usted! Ya nomás dos, de los que habíamos dejado. Dice: pues yo ya tengo mi, ya tengo trabajo, vea usted, con los caballos del rancho, trabajando aquí los campos (ininteligible) y los pueblos, me estoy ganando mis centavos y aquí no, pues aquí me voy a arriesgar el cuero y no...Ya los formaron para fusilarlos, pero se compadeció el coronel y dice: ¡Poco hombres, hijos de la chingada! Los dejamos; nomás les recogimos los caballos. Luego nos fuimos para Atlixco, esos sí jalaron; fuimos a Tepejuma, también jalaron, los que dejamos allá en...Matamoros, también nos acompañaron. Ya nos va plática y plática la gente: (vehemente) ¡No ahora sí, nosotros vamos a pelear porque...(ininteligible) y aquí el pinche gobierno es cabrón, pero ahorita le damos en la madre! Fuimos allá, y ya cuando fuimos ya estaban los dos generales, el general Eufemio y el general Zapata, él con su sombrerote acá, vestido de charro, con su pistola llena de (ininteligible) porque él no usó, él usó un sombrerote de esos antiguos, pero él era amansador de caballos y le montaba los becerros, y los toros los montaba, y cuando brincaba el caballo (ininteligible) daba medias vueltas el cabrón animal, él ya que vio que lo cansó nomás le echaba un salto pa abajo, ya corría los animales (ininteligible)...era cabrón, era muy tremendo el general Emiliano Zapata, además que estaba grandote, su hermano también, más grande que él, pero yo digo que estaban cabrones. (ininteligible)...y ya empezamos a andar, dándole en la torre a los cabrones del gobierno, quitándole las haciendas, quitándoles todo y entregándole a los campesinos, es a lo que se dedicó Zapata. Él fue el que se encargó de quitarles a los hacendados las tierras y darselas a los campesinos. Así anduvimos hasta que se tomó la plaza de México, vino el general...Francisco Villa. Se sentaron los dos en la silla presidencial...Villa se sentó en la silla presidencial, y Zapata a su lado. Le dice: Oye, todos los desgraciados traidores que se sientan en esta silla, al pueblo le hacen así (ademán) ¡La quemamos!, dice...Dijo Zapata: ¡La quemamos! (PAUSA) A mí se me ocurre, le digo: ¿Me permite usted darle una información? Bueno, usted me dice: yo no sé hablar, pero usted óigame lo que le digo, porque ahorita que tomamos la Ciudad de México y que lo tenemos en las manos todo, ahorita toda la Ciudad de México, no estaba tan grande como ahora, pero...le digo: entre usted de presidente de la República y aquí, mi general Zapata y ahorita lo que piensa usted hacer en beneficio del pueblo, que se escriba y de una vez dándole (ininteligible) mi general Zapata se les ha de repartir las tierras, y usted que ha repartido las tierras de Durango y todas esas...(ininteligible) Sí, pero nomás que usted fuera presidente. (imperativo) ¡Usted vaya allá a cuidar, ya después platicamos para..., ahorita comentamos ese asunto...ya me corrieron de ahí...luego me mandaron por allá. (pausa) Pues sí, sí, sí se le hizo a Francisco I. Madero, pero ese cabrón de Álvaro Obregón, y el otro cabrón de...Venustiano Carranza, esos no estaban de conformidad, porque decían que no estaba bien lo que estaban haciendo ellos, que las tierras de las haciendas, era la opinión de Venustiano Carranza, que las haciendas se les devolviera a los campesinos (corrige) a los hacendados, para que ellos son los que nos daban de comer porque trabajaban las haciendas (una o dos frases del todo ininteligibles)...no, no, no se va a poder. (ininteligible) Por fin que seguimos el movimiento, y aquí con Aquiles Serdán y toda la gente...nomás que ya le hicieron el honor de salió aprobado ser presidente la República, nomás que los traidores de...Victoriano Huerta, y hartos cabrones, nomás lo...nomás tomó la protesta de ley y ya estaban (ininteligible) ...los sacaron del Palacio y a poca distancia que los fusilan a los dos, a...
E.R: ...a Madero y Pino Suárez.
A.C: Sí, a Madero y Pino Suárez. ‘Tons este, bueno...(con tristeza) ¡hijo de la chingada!...(larga pausa).

BIBLIOGRAFÍA
Buve, R. (1994) El movimiento revolucionario en Tlaxcala. UAT-UIA.
Cuéllar, C. (1975) La revolución en el estado de Tlaxcala. Tomo I. INEHRM-SEGOB.
Ramírez, M. (1995) La revolución en los volcanes: Domingo y Cirilo Arenas. IIS-UNAM.

NOTAS
[1] Rodríguez, E. (1993): “La utopía de Ambrosio”. Texto inédito.
[2] Lamentablemente, don Ambrosio murió a principios de 2005, por lo que fue imposible realizar una nueva entrevista.
[3] Juan Cuamatzi (1879-1911): caudillo tlaxcalteca que peleó a favor de Madero en los primeros días del movimiento revolucionario. Cfr. Buve (1994), Cuéllar (1975) y Ramírez (1995).
[4] En su habitación, un enorme galerón de 10 x 10 mts, y paredes de 3 ó 4 metros de alto, don Ambrosio ha montado un verdadero museo en el que guarda algunas reliquias; entre ellas la bandera que le tocó enarbolar durante la Revolución, mientras estuvo bajo las órdenes de Juan Cuamatzi.
[5] Paullina fuscecens, Anacardium. Especie de ortiga ponzoñosa que crece, generalmente, en la orilla de arroyos y pozas de agua, y que al contacto con la piel provoca una intensa comezón e irritación en la parte afectada.
[6] El 26 de mayo de 1910, Juan Cuamatzi inició la insurrección por órdenes de Aquiles Serdán. Cfr. Cuéllar (1975).

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